La Casera cumple 75 años, pero parece que fue ayer. Hace 75 años comenzaba la historia de un refresco transparente, sin azúcar, sin calorías ni cafeína. Un refresco que se puede tomar solo o mezclado, en casa o en cualquier parte
La Casera fue fundada por Félix Duffo Gonzalez. Pero antes de hablar de él, tenemos que hablar de su familia. Porque si alguien sabía de refrescos en la España de principios del siglo XX, esa era la familia Duffo.
Los Duffo, una familia muy casera
Y es que el padre de Félix, Francisco Duffo, era un francés que se dedicaba a la exportación e importación de material para la fabricación de bebidas carbonatadas. Por ello viajaba mucho, y fue en uno de estos viajes en el que conoció a Victoria González en Donostia-San Sebastián. Juntos tuvieron cinco hijos: Félix y sus hermanos Francisco, Victor, Carlos y Ernesto.
Tras la I Guerra Mundial, los Duffo González abandonaron París y se trasladaron a Barcelona. Allí el padre de familia continuó su pasión por las bebidas carbonatadas y fundó “Espumosos El Rayo”, que durante algunos años fue embotellador de Coca-Cola en España. Fue por aquella época también cuando Félix acompañó a su padre a un congreso de maquinaria industrial en Barcelona. Allí conoció a Mercedes García, hija de un cliente de su padre. Y por ella se traslada a Madrid, donde años después nacería La Casera®, la marca que mejor ha capturado nuestra manera de ser y de vivir.
Los primeros años
Ya en Madrid, Félix Duffo establece la empresa La Casera en mayo de 1949, gracias a un préstamo de 300.000 pesetas del Banco Español de crédito y con el apoyo como ayudantes de Áurea Logroño y su primo Domingo Colón. La primera fábrica se situaba en el barrio de Tetuán, en la calle Cactus 8, hoy un vecindario céntrico pero que por aquel entonces estaba en las afueras de la ciudad.
Que Félix estaba destinado a crear una bebida gaseosa parece claro, pero, ¿cómo sería La Casera? Él mismo dejó claro sus intenciones: “Crear un refresco suave y agradable, con un sabor familiar para la mayoría de los españoles, apto para todos los públicos y que pueda ser consumido sólo o mezclado. Un producto de gran calidad, cuya relación precio-cantidad sea favorable para la economía familiar”.
Una vez establecida la fábrica, en mayo de 1950 se produce la primera botella de La Casera. Ese mes se produjeron 1417 botellas de un litro, hechas de vidrio y con tapón mecánico de porcelana y goma. El tapón de cada botella iba cubierto por una “bolsa-caperuza” para garantizar su higiene. Elemento que además servía como “prueba de compra” para participar en todo tipo de concursos de la marca.
La expansión
A medida que iban conociendo la nueva bebida, surgían potenciales clientes en todas las regiones del país. La Casera comenzó a estar presente en cada tienda de ultramarinos y cada bar de España. Se convirtió en la bebida favorita de las familias, que la mezclaban con vino o la bebían sola como refresco.
Sin embargo, con una red de comunicaciones pobre y aún dañada por la guerra, no era sencillo llegar a todo el país, y menos para una marca recién nacida. Por eso La Casera apostó por aliarse con fabricantes, embotelladores y distribuidores locales para aumentar su presencia rápidamente por medio de acuerdos de fabricación, de creación de empresas conjuntas o mediante la concesión de franquicias, cediendo la explotación de la marca en un territorio.
Marca que, por cierto, ya había adoptado el trazo caligráfico y el icono de la casita que conocemos hoy. Ambos elementos ven la luz en 1953, cuando se lanza la botella icónica con el tapón mecánico y el escudo.
La empresa llegó a tener 53 fábricas (“a la altura de las mejores de Europa”, presumían los anuncios) dedicadas a producir y embotellar sus bebidas, prácticamente una en cada provincia, incluyendo la de Santa Isabel de Guinea (actualmente Malabo), que por aquel entonces era provincia española.
Y este aumento de la demanda no viene solo por el triunfo de la gaseosa: en 1957 La Casera se convierte en el concesionario español de Schweppes, la tónica líder en el mundo, lo que obliga a seguir ampliando las plantas. La alianza con Schweppes fue tan fructífera que se mantiene en la actualidad.
La Casera hoy
En 2007, por primera vez en varios años, se lanzó un nuevo producto bajo la marca La Casera: el primer tinto de verano listo para consumir, que poco después llegaría también a los bares. Y es que, si La Casera desde siempre se había mezclado con vino e incluso había popularizado el nombre de Tinto de Verano, ¿quién mejor para ofrecerlo ya preparado? Fue un producto que tuvo tanto éxito que una campaña publicitaria nos advertía de que “Si no hay Tinto de Verano La Casera, no hay verano”.
La gran acogida de Tinto de Verano La Casera hace que la marca se posicione como la referencia de bebidas refrescantes mediterráneas y ligeras, adaptadas a los nuevos hábitos de consumo y nuevos momentos de encuentro, como el aperitivo o el tardeo. Por eso, en los siguientes años se lanzan nuevas variedades del Tinto de Verano (una versión con limón, otra sin alcohol, un Distinto de Verano con vino blanco…). Y más recientemente a la introducción de otras mezclas ya preparadas como el aperitivo de Sidra o de Vermut.
Actualmente La Casera es una de las 100 marcas más valiosas de España y una de las 50 marcas de gran consumo más presentes en los hogares. Se trata de un nombre conocido por prácticamente toda la población, un clásico multipremiado de la publicidad y un gran referente del estilo de vida mediterráneo. Y con solo 75 añitos…
Desde Discema, distribuidora de La Casera para el canal Horeca en Valencia y su área metropolitana, le deseamos muchísimos años más tan cargados de éxitos como estos 75 primeros.